La foto del Parque Santander de Leticia, fue la primera que hice al día siguiente de llegar a la ciudad, capital del departamento colombiano de Amazonas, es el punto más al sur de la geografía colombiana. No deja de sorprenderme que Leticia no es una ciudad, en realidad son tres ciudades sobre el río Amazonas, cada una del lado de una frontera diferente, del lado peruano está Santa Rosa y del lado brasilero está Tabatinga, además del río y de la línea fronteriza, Leticia, comparte con sus ciudades siamesas cosas como el idioma, la moneda, el sabor y la mezcla de su comida, el comer ceviche peruano en Tabatinga y pagar con pesos colombianos o escuchar vallenatos en portugués son la riqueza de un sitio como este.
El curaca del pueblo Uitoto, Walter Morales, me invitó a una celebración en la Maloka de su comunidad cerca de Leticia. Fue al único sitio al que llegué en carro, a los demás lugares en donde estuve viajé en bote por el majestuoso río Amazonas. En mi visita a la comunidad Uitoto tuve la visión de un derroche de color y alegría que guardo para siempre.
Además de probar los sabores de una cocina comunitaria maravillosa y tener una conversación abierta sobre el medio ambiente y la supervivencia física y cultural de los pueblos indígenas, presencié una danza de celebración y algarabía que, como en un ciclo orgánico, fue creciendo hasta involucrar a toda la comunidad.
La inmensidad, belleza y exhuberancia que brota de los paisajes del río Amazonas se fijan en la memoria. Siempre que cuestiono la agitada vida citadina, miro esta foto y recuerdo que en Leticia me sentí libre.
Larga vida a los pueblos ancestrales amazónicos.



















